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El pan de masa madre de cultivo es nutricionalmente un necesario para nuestro organismo – efecto de las dietas del microbiota intestinal

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En artículos anteriores hemos hablado y explicado el tema de la microbiota y su función en nuestro organismo. Podéis informaros sobre este tema aquí. Hoy queremos profundizar en este tema con un resumen de una nueva publicación científica que acredita que el pan de masa madre de cultivo es un alimento saludable, necesario y beneficioso para el organismo. Queremos contribuir con esta publicación a desmentir de una vez por todas que el pan de masa madre de cultivo es un alimento que engorda o que debe dejar de consumirse y sustituirse por otros hidratos de carbono. ¿Si quieres saber por qué? Te invitamos a seguir leyendo.

La microbiota intestinal humana está influenciada por varios factores; la dieta y el estilo de vida moderna, entre otros, ha contribuido a generar un cambio en los patrones de colonización microbianos alterando la composición de la microbiota. La dieta es considerada como uno de los principales impulsores en la conformación de la microbiota intestinal a lo largo de la vida. La relación existente entre la microbiota intestinal, la salud y la enfermedad, al mismo tiempo se relaciona con diferentes patrones alimentarios, entre ellos los caracterizados por abundancia de cereales, tubérculos, frutas y otros vegetales, y los que se basan en un consumo de alimentos refinados, carnes y otros productos de origen animal. Como las bacterias se especializan en la fermentación de diferentes sustratos, las dietas pueden proporcionar una gama de factores promotores del crecimiento y de inhibición del crecimiento para filotipos específicos.

 La relación entre la dieta, la microbiota y el estado de salud

Existe relación entre la dieta, la microbiota y el estado de salud, e indica un papel para las alteraciones de la microbiota impulsadas por la dieta en diferentes tasas de deterioro de la salud con el envejecimiento. La microbiota intestinal desempeña un papel en los procesos metabólicos, nutricionales, fisiológicos e inmunológicos en el cuerpo humano. Participa en la defensa contra patógenos por mecanismos como la resistencia a la colonización y la producción de compuestos antimicrobianos. Además, la microbiota intestinal participa en el desarrollo, la maduración y el mantenimiento de las funciones sensoriales y motrices gastrointestinales, la barrera intestinal y el sistema inmune de la mucosa. La microbiota puede adaptar su composición a la dieta, p. ej., japoneses pueden digerir algas marinas de su dieta diaria gracias a enzimas que su microbiota ha adquirido de bacterias marinas.

La disminución de especies bacterianas beneficiosa

En el mismo sentido, la disbiosis puede manifestarse como el aumento de las bacterias causantes de enfermedades, la disminución de especies bacterianas beneficiosas para la salud y/o la reducción de la diversidad de especies bacterianas. Los problemas de salud son innumerables y entre las opciones para restablecer el balance se encuentran: una buena nutrición, los probióticos, prebióticos y posbióticos.

Los probióticos son microorganismos vivos (en la mayoría de los casos, bacterias) que son similares a los microorganismos beneficiosos que se encuentran en el intestino humano. También se les llama "bacterias amigas" o "buenas bacterias". Los probióticos están disponibles en alimentos fermentados, como la masa madre de cultivo.

Los prebióticos son ingredientes alimentarios no digeribles que estimulan el crecimiento de bacterias bifidogénicas y ácido lácticas en el tracto gastrointestinal. Típicamente, los prebióticos consisten en fibras dietéticas y oligosacáridos. La mayor parte de la microbiota intestinal reside en el intestino grueso; ubicación principal de la fermentación bacteriana.

La microbiota se agrupa de acuerdo con patrones de dietas basadas en plantas o en animales. La diversidad bacteriana en mamíferos es más alta entre los herbívoros, seguidos de omnívoros y luego carnívoros, además, composicional y funcionalmente distinta.

 La relación entre la salud humana y la microbiota humana

Se está investigando la relación entre la salud humana y taxones bacterianos comunes encontrados en la microbiota humana. Enfermedades crónicas como la obesidad, enfermedad inflamatoria intestinal, diabetes mellitus, síndrome metabólico, aterosclerosis, enfermedad hepática alcohólica, cirrosis y el carcinoma hepatocelular se han asociado con la microbiota humana.

Las personas con exceso de peso presentan diferencias en la microbiota con relación a personas delgadas.

La manipulación dietética de la microbiota a través de estrategias que favorezcan el crecimiento de las bacterias "beneficiosas" frente a las descritas como "patógenas" se considera una alternativa potencial a la hora de tratar o prevenir el desarrollo de diversas patologías como la obesidad.

La microbiota intestinal ejerce importantes actividades metabólicas mediante la extracción de energía en polisacáridos de la dieta que de otra forma no serían digeribles, como el almidón resistente y las fibras dietéticas. Estas actividades metabólicas también conducen a la producción de nutrientes importantes, como los ácidos grasos de cadena corta (AGCC), vitaminas (p. ej., vitamina K, vitamina B12, ácido fólico) y aminoácidos, que los humanos no pueden producir por sí mismos.

 Influencia de la dieta

El tipo y la cantidad de proteínas, grasas y carbohidratos presentes en la dieta influyen en la composición de la microbiota intestinal. La grasa de la dieta normalmente es absorbida en el intestino delgado, y solo pequeñas cantidades alcanzan el intestino grueso. La grasa no es una fuente de energía primaria para la microbiota colónica.

El consumo de dietas altas en grasas saturadas y trans aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares a través de la regulación al alza del colesterol total y lipoproteínas de baja densidad ('low density lipoproteins', LDL) en la sangre. Las dietas ricas en grasa interactúan de diversas maneras con la microbiota intestinal para facilitar la translocación de los lipopolisacáridos bacterianos que contribuyen a la generación de inflamación crónica.

Los carbohidratos digeribles se degradan enzimáticamente en el intestino delgado e incluyen almidones y azúcares. Tras la degradación, estos compuestos liberan glucosa en el torrente sanguíneo y estimulan una respuesta a la insulina.

En consecuencia, la fibra dietética es buena fuente de "carbohidratos accesibles a la microbiota", que pueden ser utilizados por los microorganismos para proporcionar energía y fuente de carbono. Esta propiedad de las fibras garantiza su designación como prebióticos, que son componen­tes dietéticos no digeribles que benefician la salud a través de la estimulación selectiva del creci­miento y/o la actividad de ciertos microorganismos.

 El consumo de granos enteros y carbohidratos complejos

Las dietas de carbohi­dratos no digeribles que son ricas en grano integral y afrecho de trigo están relacionadas con un aumento en el intestino de bifidobacterias y lactobacilos. Este efecto prebiótico sobre bifidobacterias también ha sido observado con grano integral de maíz, lo que resultó en un cambio beneficioso en la microbiota.

El consumo de otros car­bohidratos no digeribles, como la cebada de grano ente­ro, resulta en enriquecimiento de los géneros Roseburia, Bifidobacterium, Dialister y las especies Eubacterium rectale, Roseburia faecis y Roseburia intestinalis y el almidón resistente incrementa a Ruminococcus bromii y Eubacterium rectal.

Versiones integrales de alimentos con almidón (p. ej., pasta de trigo integral, arroz integral) contienen más almidón resistente que las versiones refinadas. De ahí a que siempre se ha dicho que el pan integral es más saludable que el pan de harina blanca. 

El consumo de granos enteros y carbohidratos complejos no digeribles encontrados en granos integrales puede cambiar signifi­cativamente la ecología microbiana del intestino grueso.

El aumento de la ingesta de fibra dietética no ha demostrado tener un efecto bifidogénico, pero se ha asociado con un aumento en la riqueza y/o diversidad microbiana intestinal, especialmente en individuos con una diversidad reducida inicialmente.

Estudiado varias dietas

Se han estudiado varias dietas, incluidas la occidental, libre de gluten, omnívora, vegetariana, vegana y la mediterránea, por su capacidad para modular la microbiota intestinal. Las dietas vegetariana y vegana están enriquecidas con alimentos fermentables a base de plantas. La dieta mediterránea es un marcado, pero no exclusivamente, estilo de dieta vegetariano, que ha demostrado ser beneficioso para el tratamiento de la obesidad, la diabetes tipo 2, enfermedades inflamatorias y enfermedades cardiovasculares.

Estudios han demostrado que los alimentos que comprenden la dieta mediterránea típica ofrecen mejoría en relación con la obesidad, el perfil lipídico y la inflamación.

Conclusión

La dieta modifica el microbioma intestinal. Los efectos beneficiosos o perjudiciales de las dietas están mediados por la microbiota y dependen de la identidad y la abundancia de poblaciones bacterianas. Dietas basadas en plantas y animales tienen efectos diferentes sobre la ecología de la microbiota intestinal. Una microbiota favorable produce resultados en beneficio de la salud y se logra con dietas ricas en carbohidratos y bajas en proteínas/grasas. La dieta puede usarse para modular la composición y el metabolismo de la microbiota intestinal.

Este artículo demuestra que la ingesta de carbohidratos en forma de granos de trigo integral, la cebada, el maíz, mijo u otros cereales enriquecen la microbiota y por ende favorecen nuestra salud. Desde un punto de vista científico podemos asegurar que el pan de masa madre de cultivo, uno de los carbohidratos más consumidos, es nutricionalmente un alimento saludable y necesario para nuestro organismo.

 

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